VERSOS CON INSOMNIO



No duermo, ni espero dormir. Ni en la muerte espero dormir.
Me aguarda un insomnio de la amplitud de los astros y un bostezo inútil, extenso como el mundo. No duermo; no puedo leer cuando me despierto de noche. No puedo escribir cuando me despierto de noche,
No puedo pensar cuando me despierto de noche.
¡Dios mío, no puedo ni soñar cuando me despierto de noche
No duermo; yazgo, cadáver despierto, sintiendo,
Pasan por mí, trastornadas, cosas que me sucedieron;
Todas aquellas de las que me arrepiento y me culpo;
Pasan por mí, trastornadas, cosas que no me sucedieron:
Todas aquellas de las que me arrepiento y me culpo;
Pasan por mí, trastornadas, cosas que no son nada,
Y hasta de esas me arrepiento, me culpo, y no duermo.
Carezco de fuerza para tener la energía de encender un cigarrillo.
Contemplo la pared de enfrente de mi cuarto como si fuera el universo.
Fuera hay el silencio de esa cosa total.
Gran silencio aterrador en otra ocasión cualquiera,
En otra ocasión cualquiera en la que pudiera sentir.
Estoy escribiendo unos versos realmente simpáticos:
Unos versos que dicen que nada tengo que decir,
Unos versos que insisten en decirlo, Tantos versos...
Y la verdad entera y la vida entera, ¡fuera de los versos y de mí!
Tengo sueño y no duermo, siento y no sé qué sentir.
Soy una sensación sin la correspondiente persona,
Salvo de lo necesario para sentir conciencia,
¡Qué sueño tan grande, sobre los ojos, y en el alma!
¡Qué sueño tan grande en todo, salvo en poder dormir!
Oh amanecer, tardas tanto... ven...
A traerme otro día igual a éste, seguido de otra noche igual a ésta...
Ven a traerme la alegría de esta esperanza triste,
Según la vieja literatura de las sensaciones.
Mi cansancio penetra hasta el fondo del colchón.
No tengo energía para tender la mano hasta el reloj,
No tengo energía para nada, para nada de nada...
Sólo para estos versos, escritos el día siguiente.
Sí, escritos el día siguiente. Todos los versos se escriben siempre al día siguiente. Exactamente. Pero yo no duermo.

Los nocheros, Entre el gris y el azul.


No soy nada. Nunca seré nada. No puedo querer ser nada.
Aparte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo.

Estoy vencido, como si supiera la verdad.
Estoy lúcido, como si estuviera para morir

Estoy perplejo como quien pensó y halló y olvidó.
Estoy dividido entre la lealtad que debo, como cosa real por fuera,
Y a la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro.

Como no hice ningún propósito, tal vez todo fuera nada.

¿Qué sé yo de lo que seré, yo que no sé lo que soy?
¿Ser lo que pienso? ¡Pero pienso ser tantas cosas!
¡Y hay tantos que piensan ser la misma cosa que no puede haber tantos!
Cien mil cerebros se conciben en sueños como yo,
Y la historia no marcará, ¿quién sabe?, ninguno,
Ni habrá sino estiércol de tantas conquistas futuras.
No, no creo en mí…

¿Soy más cierto o menos cierto? Y quién sabe si realizable.
Nunca verán la luz del sol real ni hallarán oídos de gente?
El mundo es para quien nace para conquistarlo
Seré siempre el que no nació para eso;
Seré siempre sólo el que no tenía cualidades;
Seré siempre el que esperó que le abrieran la puerta
al pie de una pared sin puerta,
Y oyó la voz de Dios en un pozo tapado.
¿Creer en mí? No, ni en nada…

Derrame la naturaleza sobre la cabeza ardiente
Su sol, su lluvia, el viento que halla el cabello,

Más el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido.
Pero al menos queda de la amargura de lo que nunca seré

La caligrafía rápida de estos versos,
Pórtico Partido para lo Imposible.
Pero al menos consagro en mí mismo un desprecio sin lágrimas,
Noble al menos en el gesto largo con el que vivo.

Tú, que consuelas, que no existes y por eso consuelas,
Todo eso, sea lo que fuera, que seas, si puede inspirar ¡Qué inspire!
Mi corazón es un balde vacio y no encuentro nada.

Viví, estudié, amé y hasta creí, Tal vez hayas existido apenas.

Hice de mí lo que no supe, Y lo que podía hacer de mí no lo hice,
El traje que vestí estaba equivocado.
Me conocieron luego por quien no era y no lo desmentí y me perdí.
Cuando quise arrancar la máscara, Estaba pegada a la cara.
Cuando la arranqué y me vi al espejo, Ya había envejecido,
Y voy a escribir esta historia para probar que soy sublime.

Esencia musical de mis versos inútiles,
Quién me diera encontrarte como cosa que yo hiciera,
Pisoteando la conciencia de estar existiendo,
Como un tapete en el que un borracho tropieza
O una alfombra que los gitanos robaron y no valía nada.

Pero el silencio llegó a la puerta y se quedó allí.
Lo miró con la incomodidad del alma mal entendiendo.
El morirá y yo moriré. Y dejaré escritos los versos.
En algún momento moriré y los versos también,
Después morirá la calle donde estuve deambulando
Y la lengua en que fueron escritos los versos.
Morirá después el planeta girante en que todo esto se dio.

Continuará haciendo cosas como versos
Siempre una cosa enfrente de otra,
Siempre una cosa tan inútil como la otra,
Siempre lo imposible tan estúpido como lo real,
Siempre el misterio del fondo tan cierto
como el sueño del misterio de la superficie,
Siempre esto o siempre otra cosa o ni una cosa ni otra.

NO SOY NADA



No soy nada. Nunca seré nada. No puedo querer ser nada.
Aparte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo.

Estoy vencido, como si supiera la verdad.
Estoy lúcido, como si estuviera para morir

Estoy perplejo como quien pensó y halló y olvidó.
Estoy dividido entre la lealtad que debo, como cosa real por fuera,
Y a la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro.

Como no hice ningún propósito, tal vez todo fuera nada.

¿Qué sé yo de lo que seré, yo que no sé lo que soy?
¿Ser lo que pienso? ¡Pero pienso ser tantas cosas!
¡Y hay tantos que piensan ser la misma cosa que no puede haber tantos!
Cien mil cerebros se conciben en sueños como yo,
Y la historia no marcará, ¿quién sabe?, ninguno,
Ni habrá sino estiércol de tantas conquistas futuras.
No, no creo en mí…

¿Soy más cierto o menos cierto? Y quién sabe si realizable.
Nunca verán la luz del sol real ni hallarán oídos de gente?
El mundo es para quien nace para conquistarlo
Seré siempre el que no nació para eso;
Seré siempre sólo el que no tenía cualidades;
Seré siempre el que esperó que le abrieran la puerta
al pie de una pared sin puerta,
Y oyó la voz de Dios en un pozo tapado.
¿Creer en mí? No, ni en nada…

Derrame la naturaleza sobre la cabeza ardiente
Su sol, su lluvia, el viento que halla el cabello,

Más el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido.
Pero al menos queda de la amargura de lo que nunca seré

La caligrafía rápida de estos versos,
Pórtico Partido para lo Imposible.
Pero al menos consagro en mí mismo un desprecio sin lágrimas,
Noble al menos en el gesto largo con el que vivo.

Tú, que consuelas, que no existes y por eso consuelas,
Todo eso, sea lo que fuera, que seas, si puede inspirar ¡Qué inspire!
Mi corazón es un balde vacio y no encuentro nada.

Viví, estudié, amé y hasta creí, Tal vez hayas existido apenas.

Hice de mí lo que no supe, Y lo que podía hacer de mí no lo hice,
El traje que vestí estaba equivocado.
Me conocieron luego por quien no era y no lo desmentí y me perdí.
Cuando quise arrancar la máscara, Estaba pegada a la cara.
Cuando la arranqué y me vi al espejo, Ya había envejecido,
Y voy a escribir esta historia para probar que soy sublime.

Esencia musical de mis versos inútiles,
Quién me diera encontrarte como cosa que yo hiciera,
Pisoteando la conciencia de estar existiendo,
Como un tapete en el que un borracho tropieza
O una alfombra que los gitanos robaron y no valía nada.

Pero el silencio llegó a la puerta y se quedó allí.
Lo miró con la incomodidad del alma mal entendiendo.
El morirá y yo moriré. Y dejaré escritos los versos.
En algún momento moriré y los versos también,
Después morirá la calle donde estuve deambulando
Y la lengua en que fueron escritos los versos.
Morirá después el planeta girante en que todo esto se dio.

Continuará haciendo cosas como versos
Siempre una cosa enfrente de otra,
Siempre una cosa tan inútil como la otra,
Siempre lo imposible tan estúpido como lo real,
Siempre el misterio del fondo tan cierto
como el sueño del misterio de la superficie,
Siempre esto o siempre otra cosa o ni una cosa ni otra.

Otra vez te vuelvo a ver, Baena


Otra vez te vuelvo a ver, Baena… Ciudad de mi infancia pavorosamente perdida... Ciudad triste y alegre, otra vez sueño aquí...

¿Yo? ¿Pero soy yo el mismo que aquí viví, y aquí volví,

Y aquí torné a volver, y a volver,
Y aquí de nuevo torné a volver?
¿O somos todos los Yo que estuve aquí o estuvieron,
Una serie de cuentas -seres ligados por un hilo- memoria,
Una serie de sueños de mí de alguien de fuera de mí? Otra vez te vuelvo a ver, pueblo mio.
Con el corazón más lejano, el alma menos mía.

Otra vez te vuelvo a ver –Al-medina al amanecer-
Transeúnte inútil de ti y de mí,
Extranjero aquí como en todas partes,
Casual en la vida como en el alma,
Fantasma errando en calles de recuerdos.
Al ruido de los ratones y las tablas que crujen
En el castillo maldito de tener que vivir...

Otra vez te vuelvo a ver, Baena al atardecer-
Sombra que pasa a través de sombras y luces.
Un momento a una luz fúnebre desconocida,
Y entra la noche, un rastro de recuerdos se pierden,
En la sombra de tus rincones...

Otra vez te vuelvo a ver, plaza Vieja al anochecer-
Pero, ay, ¡a mí no me veo paseando!
Se quebró el espejo mágico en que me veía idéntico,
Y en cada fragmento fatídico veo sólo un pedazo de mí

¡Un pedazo de ti y de mí!...

No, no es cansancio



No, no es cansancio...Es una cantidad de desilusión
Que se me entraña en la especie del pensar,
Es un domingo al revés del sentimiento,
una vacación pasada en el abismo. No, cansancio no es...


Es que yo esté existiendo. Y también el mundo, Con todo lo que contiene,
Con todo lo que en él se desdobla. Y que es por fin lo mismo variado en copias iguales.
No. Cansancio, ¿por qué? Es una sensación abstracta


De la vida concreta - algo así como un grito por dar,
algo así como una angustia por sufrir,
por sufrir completamente o por sufrir como...
Eso mismo: como...¿Como qué?

Si lo supiera, no habría en mí este falso cansancio.
(Ay ciegos que cantáis en la calle, ¡qué formidable realejo
es la guitarra de uno, la bandurria de otro y la voz de ella!)
Porque oigo, veo. Lo confieso: es cansancio.

Insomnio


No duermo, ni espero dormir.
Ni en la muerte espero dormir.
Me aguarda un insomnio de la amplitud de los astros y un bostezo inútil,
extenso como el mundo.
No duermo; no puedo leer cuando me despierto de noche.
No puedo escribir cuando me despierto de noche,
No puedo pensar cuando me despierto de noche.
¡Dios mío, no puedo ni soñar cuando me despierto de noche!
¡Ah, el opio de ser cualquiera otra persona!
No duermo; yazgo, cadáver despierto, sintiendo,
Y mi sentir es un pensamiento vacío.
Pasan por mí, trastornadas, cosas que me sucedieron;
Todas aquellas de las que me arrepiento y me culpo;
Pasan por mí, trastornadas, cosas que no me sucedieron:
Todas aquellas de las que me arrepiento y me culpo;
Pasan por mí, trastornadas, cosas que no son nada,
Y hasta de esas me arrepiento, me culpo, y no duermo.
Carezco de fuerza para tener la energía de encender un cigarrillo.
Contemplo la pared de enfrente de mi cuarto como si fuera el universo.
Fuera hay el silencio de esa cosa total.
Gran silencio aterrador en otra ocasión cualquiera,
En otra ocasión cualquiera en la que pudiera sentir.
Estoy escribiendo unos versos realmente simpáticos:
Unos versos que dicen que nada tengo que decir,
Unos versos que insisten en decirlo,
Versos, versos, versos, versos, versos...
Tantos versos...
Y la verdad entera y la vida entera, ¡fuera de los versos y de mí!
Tengo sueño y no duermo, siento y no sé qué sentir.
Soy una sensación sin la correspondiente persona,
Una abstracción de autoconciencia sin de qué,
Salvo de lo necesario para sentir conciencia,
Salvo - yo qué sé salvo qué...
No duermo. No duermo. No duermo.
¡Qué sueño tan grande en toda la cabeza, y sobre los ojos, y en el alma!
¡Qué sueño tan grande en todo, salvo en poder dormir!
Oh amanecer, tardas tanto... ven...
Ven inútilmente
A traerme otro día igual a éste, seguido de otra noche igual a ésta...
Ven a traerme la alegría de esta esperanza triste,
Porque siempre eres alegre y siempre traes la esperanza,
Según la vieja literatura de las sensaciones.
Ven, trae la esperanza, ven, trae la esperanza.
Mi cansancio penetra hasta el fondo del colchón.
Me duele la espalda por no estar acostado de lado.
Si estuviera acostado de lado,
me dolería la espalda por estar acostado de lado.
Ven, amanecer, ¡llega!
¿Qué hora es? No lo sé.
No tengo energía para tender la mano hasta el reloj,
No tengo energía para nada, para nada de nada...
Sólo para estos versos, escritos el día siguiente.
Sí, escritos el día siguiente.
Todos los versos se escriben siempre el día siguiente.