Hace aproximadamente dos años, creé un blog, pero no vería nunca la luz pues se convirtió en el lugar donde expresaba mis más íntimos pensamientos y al que nadie tenía acceso excepto yo.
Era un refugio en el que en aquellos momentos me hacía sentir bien porque allí nadie podía hacerme daño. Me gusta utilizar la coletilla “a veces" y es que es así: a veces en este mundo debes de caminar de puntillas, caminar convirtiéndote en un ser casi invisible porque te das cuenta de que estás vulnerable, de que tus mecanismos de defensa están bajos y en un momento dado, te pueden herir.
Es tan fácil cuando no esperas ni por un instante que alguien pueda acercarse a ti para lastimarte...
Pero vas aprendiendo poco a poco y no es que te vuelvas más insensible, porque el que ha nacido de una determinada manera, no cambia de la noche a la mañana, pero sí piensas las cosas más veces y vas perdiendo la inocencia, la impulsividad, la frescura con la que iniciaste este camino de bloguear. Un camino que sigo recorriendo y que a pesar de todo voy llenando de besos y de rosas.